Cientos de personas salieron el pasado 4 de agosto a las calles de Santiago para apoyar las demandas estudiantiles sumándose con un cacerolazo. Este tipo de manifestación no ocurría desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), lo que trajo muchos recuerdos a quienes vivieron las protestas de esos años. Hoy, por primera vez, se produce en época de democracia.
Centenares de personas acudieron al llamado hecho por los estudiantes y salieron alrededor de las 20 horas para hacer sonar sus cacerolas con cucharas de palo. En plena calle o desde sus balcones, el ruido metálico se fue expandiendo rápidamente y terminó por inundar miles de barrios a lo largo del país.
El cacerolazo fue una forma de protesta simbólica de los tiempos de la dictadura militar que encabezó Augusto Pinochet (1973-1990). Sin embargo, en esa época las personas hacían sonar sus cacerolas desde el interior de sus hogares, en completa oscuridad, para evitar ser identificados.
El extenso y masivo apoyo a la causa se debió también a modo de protesta por los violentos enfrentamientos que se registraron entre estudiantes y policías tanto en Santiago como en otras ciudades del país, dejando como saldo más de 500 detenidos y 14 policías heridos.
El ultimátum ha llegado en un momento de máxima tensión entre los estudiantes y el Ejecutivo. El presidente, que sufre los índices más bajos de popularidad que hasta ahora haya tenido un mandatario chileno, ha enviado a más de 1.000 policías para contener las marchas multitudinarias de los últimos días.
Camila Vallejo, presidenta de la federación de estudiantes, acusó al presidente de usar métodos del régimen dictatorial de Augusto Pinochet: "Esto parece un estado de sitio, me imagino que habrá sido así hace 30 años en Chile (durante la dictadura militar)... Ni siquiera está asegurado el derecho a la congregación en los espacios públicos''.
Centenares de personas acudieron al llamado hecho por los estudiantes y salieron alrededor de las 20 horas para hacer sonar sus cacerolas con cucharas de palo. En plena calle o desde sus balcones, el ruido metálico se fue expandiendo rápidamente y terminó por inundar miles de barrios a lo largo del país.
El cacerolazo fue una forma de protesta simbólica de los tiempos de la dictadura militar que encabezó Augusto Pinochet (1973-1990). Sin embargo, en esa época las personas hacían sonar sus cacerolas desde el interior de sus hogares, en completa oscuridad, para evitar ser identificados.
El extenso y masivo apoyo a la causa se debió también a modo de protesta por los violentos enfrentamientos que se registraron entre estudiantes y policías tanto en Santiago como en otras ciudades del país, dejando como saldo más de 500 detenidos y 14 policías heridos.
La Confech (Confederación de Estudiantes de Chile) anunció este jueves que daba un margen de 6 días al Gobierno chileno para responder a sus demandas, como la educación gratuita o el fin de lucro en el sistema educativo. Todas sus exigencias han sido entregadas en un listado a sus autoridades, pero desde hace meses no obtienen ninguna respuesta satisfactoria.
"Hoy más que nunca se encuentra en riesgo no sólo la mejora de nuestro sistema educativo sino de nuestra propia libertad, siendo oprimidos por la supuesta democracia", añadió Patricio Contreras, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Los Lagos.
El ultimátum ha llegado en un momento de máxima tensión entre los estudiantes y el Ejecutivo. El presidente, que sufre los índices más bajos de popularidad que hasta ahora haya tenido un mandatario chileno, ha enviado a más de 1.000 policías para contener las marchas multitudinarias de los últimos días.
Camila Vallejo, presidenta de la federación de estudiantes, acusó al presidente de usar métodos del régimen dictatorial de Augusto Pinochet: "Esto parece un estado de sitio, me imagino que habrá sido así hace 30 años en Chile (durante la dictadura militar)... Ni siquiera está asegurado el derecho a la congregación en los espacios públicos''.
Fuente: Elsistema.info
